sábado, 10 de octubre de 2009

Las tres carabelas - Día de la Hispanidad

En 1485 Cristóbal Colón se presentó en el convento franciscano de La Rábida sin una moneda en el bolsillo ni un pedazo de pan que llevarse a la boca. Aquellos monjes, que habían tenido la nunciatura de Guinea con jurisdicción sobre todos los archipiélagos atlánticos, estaban muy vinculados a las islas Canarias y al mundo marinero, de modo que no les fue difícil poner al genovés en contacto con Alonso Pinzón, armador local, persona muy estimada en el puerto de Palos y verdadero apasionado por los descubrimientos de tierras nuevas. Pinzón se entusiasmó inmediatamente con el proyecto de Colón y le llevó ante el duque de Medinaceli, quien le dio dinero y una elogiosa carta de presentación para los Reyes Católicos. Reconfortado por la generosidad del duque y por la bondad y comprensión de los franciscanos y el armador, Colón se dirigió a la corte, instalada en Córdoba, provisto de la valiosa recomendación ducal. El 20 de enero de 1486 consiguió ser recibido por los monarcas. Durante la audiencia, Fernando se mostró frío y evasivo, pero no así Isabel, quien juzgó conveniente someter los planes de Colón a una comisión de peritos. Tras firmarse las capitulaciones de Santa Fe el 17 de abril de 1492, en pocos días se reunieron dos millones de maravedíes y se armaron dos carabelas, la Pinta y la Niña, y una nao, la Santa María, que partieron de Palos de la Frontera rumbo a San Sebastián de la Gomera el 3 de agosto de ese mismo año. Eran éstos unos navíos pequeños y fuertes, capaces de alcanzar con buen tiempo velocidades de seis o siete nudos y que, cuando amainaba el viento, podían ser impulsados a fuerza de remos sin excesiva dificultad. Cada uno tenía un solo camarote para el capitán, pues la tripulación dormía en cubierta. Una vez al día, en un pequeño horno instalado en el centro del barco, se guisaba una comida caliente con gran provisión de ajo. El tiempo lo iban marcando relojes de arena de media hora, a los que regularmente daban vuelta los grumetes. La tripulación de las tres naves era de unos ochenta y siete hombres, incluyendo tres médicos, un despensero, un intérprete y un representante de la reina que llevaba la cuenta del oro y de las piedras preciosas que había a bordo. La travesía duró treinta y tres días. Impulsados por los vientos favorables del este, los tres barcos arribaron el 12 de octubre de 1492 a la isla de Guanahani, llamada por Colón San Salvador en la actualidad isla de Watling, en las Bahamas), después de que el marinero Juan Rodríguez Bermejo, conocido como Rodrigo de Triana, diese el preceptivo grito de "¡Tierra!", ganándose los mil maravedíes que el rey Fernando había prometido al primero que viese las costas de Asia. El almirante descendió a tierra con el notario real, el capellán y los oficiales; luego se arrodilló, dio gracias a Dios y con gran pompa tomó posesión de la isla en nombre de los Reyes Católicos, mientras grupos dispersos de indígenas, desnudos y aparentemente inofensivos, contemplaban con curiosidad a los recién llegados. Colón escribiría: "Son tan ingenuos y tan generosos con lo que tienen que nadie lo creería de no haberlo visto. Si alguien quiere algo de lo que poseen, nunca dicen que no; al contrario, invitan a compartirlo y demuestran tanto cariño como si toda su alma fuera en ello..." Estas gentes fueron posteriormente identificadas como los indios tainos, una etnia desaparecida después. Ante ellos, el asombro de los navegantes fue considerable, pues hablaban un idioma completamente desconocido y pertenecían a una raza que no se parecía a ninguna de las descritas en los libros de los exploradores y antiguos cronistas, desde Herodoto hasta Marco Polo. Pero a nadie se le ocurrió pensar, por supuesto, que aquellas tierras no pertenecían a Asia.
Día de la Hispanidad • Fiesta de la Hispanidad [desde 1926]
Hispanidad es término del español clásico, que a principios del siglo XX había ya caído en desuso. Pero en 1926 el sacerdote español Zacarías de Vizcarra propuso, en un artículo que publicó en Buenos Aires, que «Hispanidad» debiera sustituir a «Raza» en las celebraciones del doce de octubre. La celebración del doce de octubre como Fiesta de la Raza había sido propuesta en 1913 por Faustino Rodríguez San Pedro desde la organización Unión Ibero-Americana, y en 1918 alcanzó en España el rango de fiesta nacional con esa denominación. Denominación ampliamente utilizada de hecho en distintas Repúblicas americanas que habían reconocido también el 12 de octubre como fiesta nacional, sin nombre alguno o bajo otros rótulos.
El 15 de diciembre de 1931, Ramiro de Maeztu , que había sido Embajador de España en Argentina en 1928 y 1929, abrió la revista Acción Española con un artículo titulado "La Hispanidad" , que se inicia así: «'El 12 de octubre, mal titulado el Día de la Raza, deberá ser en lo sucesivo el Día de la Hispanidad.' Con estas palabras encabezaba su extraordinario del 12 de octubre último un modesto semanario de Buenos Aires, El Eco de España. La palabra se debe a un sacerdote español y patriota que en la Argentina reside, D. Zacarías de Vizcarra. Si el concepto de Cristiandad comprende y a la vez caracteriza a todos los pueblos cristianos, ¿por qué no ha de acuñarse otra palabra, como ésta de Hispanidad, que comprenda también y caracterice a la totalidad de los pueblos hispánicos?»
A lo largo de 1932 y 1933 Maeztu fue puliendo y popularizando su idea de la Hispanidad, que quedó consagrada en la primavera de 1934, cuando apareció su libro Defensa de la Hispanidad. Aunque no fue, por supuesto, el único que comenzó a utilizar el nuevo término: en 1927 Unamuno ya prefiere hispanidad a españolidad; en 1931 Santiago Montero Díaz contra los separatismos , defiende al «conjunto de naciones ligadas por una comunidad de intereses y subordinadas a una denominación común de hispanidad»; en 1937 Antonio Machado habla en su discurso de clausura del Congreso Internacional de Escritores de Valencia como «un español consciente de su hispanidad», &c.
El 12 de octubre de 1934, en el Teatro Colón de Buenos Aires, en la velada conmemorativa del «Día de la Raza» (denominación impuesta en Argentina por el uso, pues el decreto de 1917 que convirtió el doce de octubre en fiesta nacional argentina, firmado por el presidente Irigoyen, no menciona rótulo alguno), pronunció el Arzobispo de Toledo y Primado de España, Isidro Gomá Tomás, un importante discurso, Apología de la Hispanidad , en el que la máxima autoridad de los católicos españoles, creado al año siguiente Cardenal de la Iglesia de Roma, se convertía en apologeta de la idea de la hispanidad defendida por Ramiro de Maeztu.
Y el 12 de octubre de 1935 ya fue celebrado en Madrid el día de la Hispanidad. A la española hora de las cinco de la tarde Ramiro de Maeztu pronunció un elocuente discurso en la Academia Española, sobre el descubrimiento y la colonización de América. Y con el título «El día de la Hispanidad» publicó un artículo en el número inaugural de Hispanidad, revista quincenal cuyo primer número está fechado precisamente el 12 de octubre de 1935. En el segundo número de esa revista puede leerse: «La conmemoración de la fiesta de la Hispanidad. Con gran brillantez se ha celebrado este año el día de la Hispanidad. Toda España se ha sumado a su conmemoración. Y no solamente en España. En América, ni qué decir. En cuanto al extranjero, allí donde existe un núcleo de españoles se han reunido y han brindado por la raza española.» (Hispanidad, nº 2, 1 noviembre 1935, pág. 26.) Ese mismo día de la Raza, en Sevilla, se inauguró el XXVI Congreso Internacional de Americanistas .
Un año después, en octubre de 1936, Ramiro de Maeztu, prisionero de la República en la cárcel de Madrid, fue asesinado sin juicio en una de aquellas tristemente famosas sacas. Pero su Defensa de la Hispanidad volvió a publicarse en 1938, en plena guerra civil española, y sus ideas se convirtieron en uno de los principales soportes ideológicos de quienes alcanzaron la Victoria y pudieron establecer la Paz sobre quienes entonces preferían convertir España en una república bolchevique satélite de la Unión Soviética. (Zacarías de Vizcarra volvió a España en 1937 y se convirtió en uno de los principales colaboradores del Cardenal Gomá, desde la Secretaría General de la Dirección Central de la Acción Católica Española, orgánicamente dependiente del Arzobispo de Toledo.)
No debe extrañar, por tanto, que incluso antes de alcanzarse la paz en España, en las celebraciones del doce de octubre se fuese generalizando en medios oficiales, desde muy pronto, la denominación Día de la Hispanidad o Fiesta de la Hispanidad, aunque, sobre el papel, el decreto de 1918, de Antonio Maura y Alfonso XIII, que denominaba Fiesta de la Raza a la fiesta nacional española, conmemorativa del descubrimiento de América, se mantuviera en vigor durante cuarenta años.
El 12 de octubre de 1939, Año de la Victoria en España, tras poco más de seis meses de postguerra, la celebración oficial del día de la Raza, presidida por Francisco Franco, tuvo lugar en Zaragoza, con una especial devoción a la Virgen en el día del Pilar, pero sobre todo como Día de la Hispanidad, símbolo de la nueva política interior y exterior que se propugnaba: «Las fiestas de la Hispanidad han tenido en Zaragoza un escenario incomparable. (...) El significado profundo de las fiestas fue la compenetración íntima del homenaje a la Raza y la devoción de Nuestra Señora del Pilar, es decir, el símbolo de la unión cada vez más estrecha de América y España. Chile participa con fervor en el homenaje que se rinde a la Hispanidad y se enorgullece de su origen y de sus firmes tradiciones hispánicas» (Germán Vergara D., Encargado de Negocios de Chile); «En los albores de la España Nueva, de la España Fuerte, de la España Grande, ha tenido lugar con más significación y solemnidad que nunca la Fiesta de la Raza. (...) El Ecuador, ante la significativa solemnidad de este día, no puede menos de sentirse íntima, profundamente unido a España en la ruta hacia el futuro enorme. Hacia la meta grandiosa y clara que expresa: 'Hispanidad'» (Juan F. Marcos Aguirre, Ministro Plenipotenciario del Ecuador); «El Caudillo de España ha instituido en Zaragoza, y el día del Pilar, la fiesta de la Hispanidad. En este primer año han acudido al llamamiento las naciones hermanas de Portugal y América Hispana. Todos han hecho su primer acto de afirmación hispánica junto al Santo Pilar de Nuestra Señora. El Caudillo, en un discurso histórico, ha proclamado, a los cuatro vientos, que la Virgen Santísima del Pilar es la Patrona de la Hispanidad.» (Pedro Altabella, «El Pilar y la Hispanidad», en El Caudillo, la Hispanidad y el Pilar, número extraordinario de la revista Letras, 1 abril 1940, pág. 209.)
En 1943 la celebración oficial en España del Día de la Hispanidad fue objeto de especial atención, por cuanto se vinculó a la reinauguración de la Ciudad Universitaria, destruida durante la guerra .
Aunque, legalmente, el Día de la Hispanidad no alcanzó reconocimiento en la España del franquismo hasta 1958, cuando un decreto de la Presidencia del Gobierno de 9 de enero de 1958 estableció: «Dada la enorme trascendencia que el 12 de Octubre significa para España y todos los pueblos de América Hispana, el 12 de Octubre será fiesta nacional, bajo el nombre de Día de la Hispanidad.»

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