domingo, 11 de octubre de 2009

La Guardia Civil

Fue el rey Alfonso VI de Castilla, en el siglo XI, el primero que empleó las Hermandades, fuerza armada que formaban entonces los pueblos (Cofradías), para defenderse de los ataques de los nobles turbulentos, de las algaradas de los moros en las zonas fronterizas y perseguir a los bandidos; pudiendo asegurarse que fue este monarca quien concedió los primeros privilegios, en los Montes de Toledo, para que se formasen tales Hermandades y se dedicasen a la persecución y castigo de los malhechores o "golfines" que merodeaban por aquellas comarcas. La más antigua de estas Hermandades fue la de Sisla Mayor o San Martín de la Montiña, en Toledo. Se crearon Hermandades en los distintos reinos cristianos, a excepción del Principado de Cataluña, donde se formó en su lugar y por la misma época el Somatén o toque de apellido, trasunto del "ribat" o toque de rebato de los musulmanes. En Navarra recibió el nombre de "Orde". Las Hermandades de Castilla y León, gozaron de cierta influencia en tiempos de Fernando IV. Entre las castellanas, fueron las más destacadas, las de Toledo, la de Villa Real (Ciudad Real) y la de Talavera, reconocida en las Cortes de Valladolid (1351), que unificadas con la denominación de Santa Hermandad Vieja subsistiría hasta el año 1835, en que por el Estamento de Próceres fue decretada su extinción total. Corresponde a Enrique IV de Castilla el primer intento para crear una Hermandad General, con carácter de institución nacional, proyecto que fue aprobado en Villacastín en 1473, pero que no llegó a cristalizar.
Cuando subieron al trono los Reyes Católicos, la Santa Hermandad Vieja de Castilla y León, estaba prácticamente disuelta, y, con excepción de los hombres que estaban sobre las armas, la población se encontraba a merced de toda clase de vejaciones. Los naturales deseos de los Reyes Católicos de poner fin a este estado de cosas, coincidió con los manifestados a los mismos por numerosas ciudades y villas, de que organizasen poderosamente las Hermandades, pero de forma que no corriesen la misma suerte que las anteriores. En el Ordenamiento de Madrigal (1476), se reglamenta lo relativo a delitos comunes y manera de perseguirlos, estableciendo Puestos de la Santa Hermandad, a base de un jinete por cada 100 vecinos y un hombre de armas por cada 150. Los Reyes Católicos, en Dueñas (Palencia, 1476), promulgan las Ordenanzas de la Santa Hermandad Nueva. Mucho fue lo que hizo la Santa Hermandad por la limpieza de los caminos y castigo de los delincuentes que en ellos actuaban. La paz interior, la seguridad en los caminos y la tranquilidad social se consiguieron rápidamente. Los castigos fueron muy duros y la nobleza perdió gran parte de su inmenso poder terminando por doblegarse a la autoridad central ostentada por la realeza. No obstante, poco a poco fue decayendo debido a las siguientes causas: resultar escasa para Ejército permanente y, sin embargo excesiva para cuerpo de seguridad; suponer una considerable carga para los pueblos que debían pagarla; el error de los Monarcas al eliminar la Capitanía General y otros cargos intermedios, confiando en Cuadrilleros y Alcaides -cargos militar y judicial-, de carácter político que eran elegidos anualmente, provocó su caída y desprestigio; y el emplear cada vez más frecuentemente al Ejército regular en misiones de orden público. La Santa Hermandad fue por ello arrastrando una vida cada vez más lánguida, hasta que en 1834, fue votada una Ley en las Cortes por la que se ordenaba su desaparición total. Ya desde mucho antes de la desaparición de la Santa Hermandad, vinieron formándose los llamados Cuerpos Regionales de Seguridad Pública, su vida a veces fue muy corta, entre los que merecen destacarse: Las Guardas del Reino de Aragón; los Caudillatos de Galicia; los Fusileros y Migueletes de Valencia; los Guardabosques Reales para cuidar los cotos de la Corona; los Miñones de Álava y Vizcaya; los Migueletes de Guipúzcoa; los Mozos de Escuadra de Valls, luego de Cataluña; las Guardas de la Costa del Reino de Granada; los Escopeteros de Getares; la Ronda de Pirrot en Barcelona; la Partida Armada de Jaca; la Compañía Suelta de Rosas; los Faletis de Cádiz, etc. La poca consistencia política del país al terminar la lucha contra las tropas napoleónicas, hizo que en 1814 Fernando VII dictase una Pragmática, dedicando fuerzas del Ejército a la persecución de malhechores. Como el estado de inseguridad persistía en 1820, siendo ministro de la Guerra el Marqués de las Amarillas, primer Duque de Ahumada, se elaboró un proyecto para crear la "Legión de Salvaguardas Nacionales" con unos 5.200 hombres, proyecto que fue desechado por las Cortes al considerarlo "atentatorio a las libertades". En el compás de espera que hubo hasta 1844, aparecieron en 1823 los Celadores Reales, y en 1833 las Salvaguardias Reales; pero todas las intentonas para vigorizar el orden fueron inútiles, por lo que existía un ambiente de inquietud que el bandolerismo, nacido después de la Primera Guerra Carlista, no hizo sino agudizar, y estaba creando el clima propicio que llevaría a tomar la decisión definitiva.
El primer Decreto por el que se creaba la Guardia Civil data del 28 de Marzo de 1844. Pero este Decreto tenía unos defectos considerables, como eran: la excesiva dependencia de las Autoridades civiles, el no dar al Cuerpo un Jefe que sirviese de nexo entre lo civil y lo militar, y los sueldos mezquinos que establecía. La organización del nuevo Cuerpo fue confiada, poco después, al segundo Duque de Ahumada (hijo del Marqués de las Amarillas), el cual formuló atinados reparos, que fueron tenidos en cuenta, en gran parte, en el Decreto de 13 de mayo del mismo año, verdadero punto de partida para la organización de la Guardia Civil. El nuevo Cuerpo quedaba sujeto al Ministerio de la Guerra en lo referente a organización, personal y disciplina, y, al de la Gobernación, en cuanto a servicios y movimientos. Se establecieron 14 Tercios (34 Compañías y 9 Escuadrones) en base a unos efectivos iniciales de 14 Jefes, 232 Oficiales y 5.769 de tropa. Apenas los nuevos guardias civiles llegaron a sus destinos, se inició una corriente de afecto, como consecuencia del orden y seguridad que llevaban por doquier. Ello obligó al Gobierno a realizar un primer aumento (17 de mayo de 1845), con lo que los efectivos pasaron a ser de 7.140 hombres, distribuidos en 40 Compañías de Infantería y 11 de Caballería. La intervención de la Guardia Civil desde el primer momento en la lucha contra el bandolerismo y en la implantación del orden -consecuencia de la inestabilidad política de la época-, la hizo cada vez más estimada, hasta el punto de que en el año 1853 se adaptó su organización con vistas a que, sin perjuicio de su servicio peculiar, pudiesen también cumplir misiones en caso de guerra. En este mismo año se creó la entonces llamada Compañía de Guardias Jóvenes, que, a partir de aquel momento, ha sido un auténtico vivero de guardias civiles. También se concedió al Cuerpo el uso de bandera. En 1852 se publicó la Cartilla, verdadero código moral del Guardia Civil, cuyos preceptos se han mantenido inalterables con el paso del tiempo. La difícil situación creada en 1854, como consecuencia de las revueltas políticas, hizo que la institución pasase por una fase crítica, y que su contingente fuese disminuido. En 1857, siendo nuevamente Director del Cuerpo el Duque de Ahumada, se elevó la fuerza hasta los 10.000 hombres. A pesar de los sucesivos aumentos y disminuciones que experimentó la Guardia Civil, puede decirse que no se había verificado una verdadera reorganización hasta 1861, en que su contingente se elevó a 11.500, haciéndose una nueva distribución de Tercios más en armonía con las necesidades del servicio. Tales efectivos habrían de elevarse un año después a los 15.000 hombres. En estos años, se registran modificaciones en los ascensos y reglamentación interna y también en 1868 se crea un Cuerpo filial, la Guardia Rural, que muy pronto fue absorbido por la Guardia Civil. Extirpado el bandolerismo andaluz de 1870, aparece años después en la comarca jerezana una famosa organización dedicada al crimen, conocida por "Mano Negra" que la Guardia Civil eliminó después de una penosa y atinada labor policial. En 1871, la Guardia Civil, siempre en aumento, experimenta una honda transformación. Se dicta la Ley de la amalgama por la que se unifican en la Península los Tercios de la Guardia Civil de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en un total de siete, con una Subdirección General en La Habana. Esta Guardia Civil de ultramar había sido creada a expensas de los Capitanes Generales a imagen y semejanza de la Peninsular. Las Comandancias recibieron la denominación de 1ª, 2ª y 3ª clases, según el número de Compañías y la importancia de las provincias, y aparece para las de primera el Teniente Coronel como Primer Jefe de las mismas. En la Regencia, durante la minoría de Alfonso XIII, hubo una aparente tranquilidad, hasta el momento en que comenzaron a actuar los anarquistas catalanes (1893), que fueron duramente combatidos por los hombres de la Guardia Civil. En este periodo se realizaron ligeros aumentos de la plantilla, si bien a fin de siglo (1897) hubo ya uno de consideración, sobrepasando los 18.000 hombres. De esta forma, se llega a la siguiente centuria, en cuyos comienzos la Guardia Civil tendría que poner una vez más a prueba sus virtudes castrenses como consecuencia de los nuevos brotes de bandolerismo y las frecuentes alteraciones de orden público y, más concretamente, en la llamada Semana Trágica de Barcelona (1909). En 1913, y por Real Orden de 8 de febrero, se proclama a la Virgen del Pilar, Patrona de la Guardia Civil. Escasas alteraciones experimenta la organización del Cuerpo en los años siguientes, existiendo en septiembre de 1924: 26 Tercios, más uno de Caballería en Madrid; y las Comandancias de Baleares, Canarias y Marruecos. El total de la fuerza del Instituto era de 26.130 hombres de tropa y 4.902 caballos. Durante la Dictadura del General Primo de Rivera (1923-30), se respiró un ambiente de tranquilidad y confianza, que hizo que las actuaciones de la Guardia Civil fuesen menos numerosas. Se crea el empleo de General de la Guardia Civil, se establecen las Zonas en número de cuatro y la Subdirección General a cargo de un General de División del Cuerpo. A partir de 1931, con el advenimiento de la Segunda República, las ocasiones de intervención fueron constantes, como corresponde a un periodo con numerosas huelgas, alteraciones de orden público y actos terroristas, muchos de los cuales costaron cuantiosas bajas a la Guardia Civil, destacándose los producidos en Castilblanco, Casas Viejas y, muy en particular, en la revolución de Asturias de octubre de 1934. En este periodo las modificaciones orgánicas fueron frecuentes, entre ellas merece citarse: la supresión de las Unidades de Caballería, convirtiéndose en mixtas todas las Unidades; la mayor importancia dada al Parque de Automovilismo y Servicio Radiotelegráfico; la implantación del Servicio de Investigación y Vigilancia de Ferrocarriles, etc. Su contingente pasó a ser de 32.600 hombres. Durante los cinco años que duró la Segunda República, fueron continuas las intervenciones de la Guardia Civil para atajar las diversas revueltas, atentados y motines, lo que originó que los elementos revolucionarios viesen en ella a su principal enemigo. Ello hace comprender que al estallar la Guerra Civil, la Guardia Civil constituyese un núcleo muy importante junto al Ejército, en tan triste hecho que comenzó el 18 de julio de 1936. Como es natural, las consecuencias de la Guerra hicieron necesaria una reorganización, que mantuviese el espíritu que había caracterizado a la Guardia Civil durante cerca de un siglo y las adaptase a la nueva situación y como consecuencia también del desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. En virtud de la Ley de 15 de marzo de 1940 se asignaban a la Guardia Civil las misiones que hasta entonces tuvo el Cuerpo de Carabineros, fundado en 1829 por el Mariscal de Campo don José Ramón Rodil, con la misión de reprimir el contrabando y el fraude, especialmente en costas y fronteras. A partir del momento de la fusión, el nuevo Cuerpo de la Guardia Civil, en su doble misión rural y fiscal.
En 1959 se confía a la Guardia Civil la vigilancia y regulación del tráfico en las carreteras, creándose una Unidad especializada con el nombre de Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Posteriormente fueron suprimidas las Unidades de Fronteras y Veteranos, integrándolas en las Unidades territoriales y creándose unos Núcleos de Reserva a disposición de los Mandos. Este Cuerpo que ha cumplido ya sus 157 años de existencia, ha ido adaptándose a los nuevos medios y modernizándose en forma cada vez más acusada, siendo en la actualidad un Cuerpo ágil y moderno que se adapta con rapidez para dar solución a los problemas delictivos y humanitarios que en estos tiempos se enfrenta nuestra sociedad. Siendo destacable que la Guardia Civil de hoy, a pesar de poseer un contingente cercano a los 70.000 hombres y de haberse acrecentado sus funciones, sigue conservando el mismo espíritu que supo imbuirle su fundador: el Duque de Ahumada.

***LA POLICÍA ARMADA*** El origen de este Cuerpo hay que buscarlo en la Ley de 3 de agosto de 1939, que reorganizaba la administración de la zona Nacional estableciendo de nuevo las Direcciones Generales. Así, de la de Seguridad dependería ahora un nuevo organismo denominado Inspección General de Policía Armada y de Tráfico. Esta Ley sería desarrollada por un Decreto de 8 de septiembre de 1939, que, a la vez, lo sería por una Orden de 7 de octubre de 1939, donde se establecía que de la citada Inspección General dependerían Seguridad y Asalto y los Vigilantes de Caminos. Además, adaptaba su estructura de acuerdo con las ocho Regiones Militares existentes -delimitadas por Orden del 4 de julio de 1939-, Eran: Primera Región: Madrid, Toledo, Cuenca, Ciudad Real, Badajoz, Cáceres, Ávila y Segovia. Segunda Región: Sevilla, Córdoba, Huelva, Cádiz, Málaga, Granada, Jaén y Almería. Tercera Región: Valencia, Alicante, Castellón de la Plana, Murcia y Albacete. Cuarta Región: Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona. Quinta Región: Zaragoza, Huesca, Teruel, Guadalajara y Soria. Sexta Región: Burgos, Logroño, Navarra, Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Palencia. Séptima Región: Valladolid, Salamanca, Zamora, León y Asturias. Octava Región: La Coruña, Lugo, Orense y Pontevedra. No obstante, y a pesar de lo dicho hasta ahora, autores como Turrado Vidal consideran que en estas fechas aún no existía la Policía Armada, afirmando que dicho organismo nació con la famosa Ley de 8 de marzo de 1941, desarrollada par un Decreto de 31 de diciembre de dicho año. Quizá, la razón radique en el hecho de que, como consecuencia de la misma, se cambió el nombre al Cuerpo de Seguridad, Asalto y Vigilantes de Caminos por el de Policía Armada y de Trafico. Sin embargo, como queda patente en los textos legales señalados con anterioridad, esta denominación ya había aparecido, integrando los Cuerpos citados. Respecto a la misión que se le asignaba en la citada Ley era la de "vigilancia total y permanente, así como de represión cuando fuera necesario". Composición El nuevo Cuerpo estaría constituido por el personal que procediendo de la policía hubiera obtenido en 1a misma la categoría de oficial; por los suboficiales, sargentos, clases y Guardias que, habiendo pertenecido al Cuerpo de Seguridad y Asalto, hubieran superado de forma favorable su expediente de depuración; por último, por el personal seleccionado en la convocatoria del 15 de septiembre de 1939. El escalafón se establecería según los siguientes requisitos señalados por la citada Ley: los oficiales, de acuerdo con sus categorías, destinándose a la sección de Tráfico quienes reunieran las condiciones para ello. Para los demás se crearían escalafones por especialidad, ordenándose dentro de los mismos de forma separada y de acuerdo con su categoría. El ingreso en la misma se realizaba mediante convocatoria publicada en el Boletín Oficial del Estado, mediante examen, a través de la Academia Especial donde se realizaría un curso de preparación que nunca sería menor de cuatro meses. El ascenso a Cabo podría obtenerse por méritos contraídos en el Servicio, o por antigüedad; pero, siempre, con un examen previo de aptitud. Los ascensos a Sargento y Brigada se obtendrían por antigüedad o por elección. Por último, los Brigadas que llevaran tres o más años de servicio y no hubieran tenido ninguna nota desfavorable podrían cubrir hasta el 30% de las plazas vacantes de Alféreces o Tenientes. El ascenso a este último empleo tendría lugar por el mismo sistema de antigüedad, pudiendo optar al 30% de las vacantes como indica Turrado Vidal. Organización Se militarizaba completamente el Cuerpo, que hasta entonces só1o lo había estado en cuanto a régimen interno. Este hecho quedaba reflejado en la organización militar que se adoptó para la Policía Armada. Las razones de la misma las encontramos en los Apuntes para el Manual del Cuerpo de Policía Armada y de Tráfico. En el mismo, refiriéndose a la organización de este Cuerpo se dice: "Es la parte de la organización militar que tiene por objeto fijar el modo por el cual han de reclutarse, conservar y combinar proporcionalmente los componentes de la misma, atendiendo a que en cualquier momento que la nación la necesite puede hacerse de las fuerzas que la componen un eficaz empleo (...) ". Siendo las fuerzas de Policía Armada, en lo que a nuestra nación se refiere, la base del orden público, la importancia de su organización sube de punto teniendo en cuenta que, disponiendo de una excelente preparación, pueden servir en caso de conflicto armado como primera tropa de cobertura. Hasta que normalizado el contingente de fuerzas que haya de entrar en acción, pasen, además, a sus otros cometidos, corno son los de salvaguardias, orden público y garantía de las personas y cosas". Esto explica porque la Policía Armada se estructuraba, al igual que en el caso del Ejército, en ocho Regiones Militares con una circunscripción cada una, añadiendo dos comandancias más: una en las Islas Canarias y otra en las Baleares. La Jefatura de cada una de ellas radicaría en la capital de la Región Militar correspondiente: I (Madrid), II (Sevilla), III (Valencia), IV (Barcelona), V (Zaragoza), VI (Burgos), VII (Valladolid), VIII (La Coruña), Canarias (Santa Cruz de Tenerife) y Baleares (Palma de Mallorca). Salvo en el caso de la VI, donde por razones políticas Bilbao -ciudad industrial y republicana- sustituía a Burgos -ciudad conservadora y nacional-, y de la VII donde Oviedo (capital de Asturias y provincia minera a izquierdista) lo hacía con Valladolid (ciudad de perfiles políticos similares a los de Burgos). Las circunscripciones estarían regidas por tenientes coroneles. Estos serían, a la vez, los jefes de las Comandancias de la plaza donde residían. Cada circunscripción constituía una Unidad administrativa, existiendo los cargos, por tanto, de Jefes de Detall y Contabilidad, y Cajero y Habilitado. El nuevo Cuerpo se dividía en dos grandes bloques: Fuerzas de Policía Armada y Fuerzas de Policía de Tráfico. La Policía Armada propiamente dicha estaba formada por: Compañías y Secciones móviles o de guarnición (Infantería). Grupos de Caballería de tres Escuadrones. El Batallón de Conductores. La Policía de Tráfico la componían ocho compañías, una por circunscripción. En el caso de la Infantería, más interesante que las unidades citadas era la agrupación de las mismas en unidades mayores, como las Banderas móviles y las Banderas de Guarnición. La primera, tenía unos efectivos menores que un Batallón del Ejército en tiempos de paz. Por el contrario, la segunda, era mayor que la unidad citada del Ejército. En Caballería, los Grupos tenían una composición similar a la unidad homónima del Ejército, pero todos sus escuadrones eran de sables. Veamos ahora la composición de estas Unidades: La Bandera Móvil estaba mandada por un comandante. Afecto a su Plana Mayor llevaba dos oficiales subalternos -normalmente tenientes, uno que hacía de ayudante y el otro de Médico-, pudiendo ser éste de la categoría de capitán; un sargento para la oficina de mando, auxiliado por un cabo y cinco policías que formaban la escuadra de mando, compuesta de corneta, practicante auxiliar, Maestro armero y el enlace. Junto a la Plana Mayor, la Bandera estaba formada por tres compañías móviles y una compañía de Especialidades. Las compañías móviles estaban compuestas de tres secciones con un suboficial en la Plana Mayor de la compañía, dos cabos para las escuadras de mando o de protección química y desimpregnación, disponiendo cada compañía de un corneta como mínimo. Las secciones, mandadas por el suboficial y los dos tenientes, estaban compuestas de tres pelotones. Los pelotones, mandados por sargentos, por dos escuadras cada uno. Por último, las escuadras, por un cabo y cinco policías. Así pues, la plantilla de una compañía de este tipo era un capitán, dos tenientes, un suboficial, nueve sargentos, veinte cabos y noventa y cinco policías. Junto a estas compañías, existía la de Especialidades, formada por una Plana Mayor, tres secciones -ametralladoras, fusiles ametralladores y guarnición, cada una al mando de un teniente- y un Batallón de morteros. Su jefe, como en las anteriores, era un capitán; constando, de tres tenientes, un suboficial, siete sargentos, diecisiete cabos -uno de ellos al frente de la escuadra de mando- y ciento siete policías. La sección de ametralladoras constaba de dos pelotones. El pelotón, mandado por un sargento, de dos escuadras. La escuadra de ametralladoras se componía de un cabo y cinco policías al cuidado de una máquina. Total: 1 teniente, 2 sargentos, 4 cabos, 20 policías y cuatro ametralladoras. La sección de fusiles ametralladores estaba formada, también, por dos pelotones. El pelotón, de dos escuadras. La escuadra de fusiles ametralladoras la formaban un cabo y seis policías, con dos fusiles ametralladores. Total: 1 teniente, 2 sargentos, 4 cabos, 24 policías y 8 fusiles ametralladoras. La sección de guarnición constaba de dos pelotones. El pelotón, de tres escuadras. La escuadra estaba formada por un cabo y ocho policías. Total: 1 teniente, 2 sargentos, 6 cabos y 48 policías. Por último, la compañía de Especialidades constaba de un pelotón de morteros, mandado por un sargento y compuesto de dos escuadras. La escuadra de morteros estaba formada por un cabo y cinco policías, con un mortero de 50 mm. Total: un sargento, dos cabos, diez policías y dos morteros de 50 mm. Por tanto, el efectivo de una Bandera móvil era de un comandante, cuatro capitanes, once tenientes, cuatro suboficiales, treinta y cinco sargentos y trescientos noventa y siete policías. La Banderas de guarnición, mandadas, como en el caso anterior, por un comandante, constaban de una Plana Mayor a la que pertenecían dos oficiales subalternos -normalmente tenientes-, actuando uno como Ayudante y el otro como médico -pudiendo ser, como en el caso anterior, un capitán-, un sargento afecto a la oficina de esta Plana Mayor, un cabo jefe de la escuadra de mando y ocho policías. La Bandera de guarnición constaba de cinco compañías: cuatro móviles y una de guarnición. Las primeras tenían una composición igual a la de la Bandera móvil. Sumando todas ellas, la Bandera constaba de cuatro capitanes, ocho tenientes, cuatro suboficiales, veinticuatro sargentos, setenta y seis cabos y seiscientos ocho policías. La compañía de guarnición estaba compuesta de tres secciones, cuya plantilla era igual a la de la Sección de guarnición de la compañía de Especialidades de la Bandera móvil. Los integrantes de esta compañía eran un capitán, dos tenientes, un suboficial para la oficina de la misma, seis sargentos, diecinueve cabos -uno de ellos al mando de la escuadra de mando- y ciento cincuenta y dos policías. En total, los efectivos de una Bandera de guarnición eran un comandante, cinco capitanes, doce oficiales subalternos, cinco suboficiales, treinta y un sargentos, noventa y seis cabos y setecientos sesenta y ocho policías. El Grupo de Caballería estaba mandado por un comandante, con una Plana Mayor compuesta por tres tenientes que desempeñaban los cometidos de Ayudante, Médico -pudiendo tener la categoría de capitán- y Veterinario. Afecto a esta plana de mando se encontraba también un sargento para la oficina de la misma, un cabo jefe de la escuadra de mando, el trompeta, el ordenanza, el guarnicionero y enlaces, con un total de dieciséis caballos. Además de la Plana Mayor, el Grupo constaba de tres escuadrones. Cada escuadrón, mandado por un capitán, tenía cuatro secciones y una escuadra de mando. Cada sección, mandada por un teniente, constaba de tres escuadras y un guardia ordenanza. Cada escuadra estaba compuesta por un cabo y siete policías. Por tanto, un escuadrón constaba de un capitán, cuatro tenientes, un suboficial "para cometidos propios de su empleo", cuatro sargentos, trece cabos -uno al mando de la escuadra de mando-, noventa y cinco policías y ciento diecisiete caballos. Sumando los escuadrones y la Plana Mayor, el contingente total de la plantilla correspondiente al Grupo era de un comandante, tres capitanes, quince tenientes, tres suboficiales, trece sargentos, cuarenta cabos, doscientos noventa y seis policías y trescientos sesenta y siete caballos. El Batallón de Conductores, al mando de un teniente coronel, estaba formado, en 1944, por una Plana Mayor con sede en Madrid, seis compañías al mando de capitanes y jefaturas en Madrid (lª y 3ª), Sevilla (2ª), Barcelona (4ª), Zaragoza (5ª) y Palencia (6ª). Por último, las Compañías de Tráfico, al mando de un capitán, se subdividían en secciones, cuyo número dependería de las necesidades del sector que se tuviera que cubrir. Las secciones se componían de pelotones y estos, a su vez, en escuadras. Por tanto, no existía una plantilla fija para estas unidades, ya que el número de sus integrantes variaba de acuerdo con la amplitud a importancia del sector que cubrían. La Inspección General de la Policía Armada era el elemento de coordinación de todos los integrantes de las fuerzas de Policía Armada y Tráfico. Estaba regida por un General con sus correspondientes órganos de mando. En esta inspección existían diferentes secciones: Sanidad, Organización y Personal y Justicia. La Jefatura de Policía de Tráfico, dependiente de la Inspección General, estaba al mando de un teniente coronel. Igualmente, y con relación al Ministerio de Industria y Comercio, así como de la Presidencia del Gobierno y demás organismos correspondientes, desempeñaba el cargo de Secretario Nacional del Servicio del Tráfico en España. Afecto a esta Jefatura se encontraba un Capitán-Ayudante y tres tenientes para los servicios auxiliares de la misma. Igualmente dependía directamente del Inspector General el centro cultural denominado Academia Especial de la Policía Armada y de Tráfico al mando de un Teniente Coronel Director. También existía, afecta a la Inspección General de la Policía, una banda de música al mando de un Músico Mayor del Ejército con destino en la Policía Armada y que era director técnico de la misma. Uniformidad: El uniforme del nuevo Cuerpo estaba fabricado en paño gris. En verano, se utilizaba una tela más fresca. En diario, se utilizaba capote, guerrera cerrada, botas -con cordones hasta arriba- y gorra de plato. El cinturón de esta última era rojo, y la visera de charol brillante con barboquejo de charol negro con hebilla dorada. El pantalón era tipo calzón en invierno; mientras que, en verano, era recto. Por último, el correaje era negro con tahalí mixto para machete o porra. En instrucción, se utilizaba sahariana, pantalón tipo noruego, bota de media caña corta, gorro con cordoncillo, correaje negro con funda de pistola -oficiales y suboficiales-, y cartucheras con tahalí -sargentos, cabos y policías-. En el primer periodo, el uniforme portaba en los bordes del cuello unos rombos y en el cinturón de la gorra una tira o galón, que era rojo y con bordes negros para las unidades móviles y negro con borde de igual color para las de Guarnición. La Policía Armada de Tráfico utilizaba pelliza color marrón oscuro, calzón de montar de forma inglesa de gabardina gris, guerrera gris, botas, casco protector, gafas, guantes, correaje y pistolera de color marrón, y gorra de plato gris. Armamento: La Armada y de Tráfico dispuso de una gran variedad de armamento, igual al que había disfrutado la Guardia de Asalto: fusil Mauser modelo 1893, pistolas Astra y Star, fusil ametrallador modelo 1925, ametralladoras pesadas y ligeras Hotchkiss, granadas Lafitte, y la de mano tonelete, morteros Varelo de 50 mm. Modelo 1932 y gases lacrimógenos.


Inauguración de la Exposición La Guardia Civil frente al terrorismo. Por la libertad, por las víctimas. Como homenaje a todos los guardias civiles asesinados por ETA y a sus familiares, la Guardia Civil junto a la Fundación Víctimas del Terrorismo, inauguraron el 18 de noviembre en la Plaza de Colón la exposición “La Guardia Civil frente al terrorismo. Por la Libertad, por las víctimas”. En el acto estuvieron presentes el Ministro de Interior, Ángel Acebes y la Presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Ana María Vidal Abarca, quienes tuvieron palabras de aliento, apoyo y consuelo para todos los afectados por el terrorismo, en especial para las viudas y huérfanos de la Guardia Civil. La muestra presenta los momentos más duros que han marcado a uno de los colectivos más castigados por la lacra del terrorismo, desde la primera muerte el 7 de julio de 1968 de Ángel Pardines hasta la última víctima, Antonio Molina, asesinado el 17 de diciembre de 2002 en Madrid. Entre la muerte de Ángel Pardines y Antonio Molina han transcurrido 35 años en los que han fallecido 271 guardias civiles, lo que constituye el 25% de una lista que se compone de más de mil víctimas mortales a manos de ETA. En varios paneles, se muestran fotografías de algunos de los atentados más cruentos, como han sido los de la casa cuartel de Vic, Zaragoza o la Dirección General de la Guardia Civil en Madrid y se incluye la maqueta que reproduce la explosión de una bomba en una casa cuartel y la reconstrucción a escala del zulo en el que estuvo secuestrado Ortega Lara. Estas fotografías y maquetas sirven como testimonio de la dura realidad que les ha tocado vivir a cientos de familias españolas. En la muestra también se exponen las operaciones más importantes de la Guardia Civil en la lucha contra el terrorismo, con especial cobertura de la incautación de armas, un listado de los comandos desarticulados por la Guardia Civil, acuerdos de colaboración internacional y actuaciones de las unidades especialidades creadas para combatir a ETA como son el GAR, el Servicio de Información y la Unidad de Lucha Contra el Terrorismo, así como la tecnología que estos cuerpos utilizan. Como testigo de la brutalidad terrorista, dos murales con portadas de varios diarios españoles recogen los atentados perpetrados por la banda terrorista contra la Guardia Civil y un vídeo esperanzador en el que aparecen las muestras de cariño en forma de manifestación, acuerdos y apoyo que los ciudadanos han dado a la Guardia Civil. Especialmente sobrecogedor es el vídeo donde se exhibe un corto sobre los atentados contra la Guardia Civil, con imágenes reales de ataques a casas cuartel como el de Vic. A la salida del vídeo, un enorme mural recoge las fotografías de los guardias civiles asesinados y los nombres de aquellos civiles fallecidos en atentados contra la Guardia Civil. Al lado del mural una vitrina expone varios objetos personales cedidos por los familiares. La Presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Ana María Vidal Abarca, recordó que “ETA ha castigado a muchas personas, en especial a la Guardia Civil” y matizó que “todos tenemos una deuda de honor con este cuerpo por su espíritu de sacrificio que garantiza los derechos y libertades de todos los ciudadanos”, así como por las viudas y huérfanos que “hacen que cada día este país sea más libre”. Ángel Acebes quiso, con su presencia, “rendir homenaje a los que han entregado su vida por España y a todas las familias destrozadas por los actos terroristas”. El ministro matizó que “es necesario resaltar cada una de las víctimas, cada una de las familias que han sufrido la pena por su generosidad” y afirmó que “su deuda será imposible de pagar, las viudas son un ejemplo permanente de que no murieron en balde y de que nuestra libertad se la debemos, en parte, a las víctimas”. Desde la Guardia Civil se espera que la emoción contenida con la que todos los familiares, autoridades y ciudadanos de a pié han recogido y recogerán la muestra, sirva para abrir un camino de esperanza, tal como ha dicho Carolina Couso en una frase que podemos leer en la exposición: “El recuerdo de la trágica muerte de un ser querido , en ocasiones, puede resultar amargo, pero es la única manera de mantener viva su memoria y reafirmarnos en la convicción de que aún hay aún hay un lugar para la esperanza”.

No hay comentarios: