viernes, 16 de octubre de 2009

Laro y Corocotta


El pueblo cantabro habitaba la zona norte de la Península Ibérica, tenia como vecinos a los Atures al Oeste, a los Vaceos al sur y a los Vascones al este. El territorio cantabro seria el doble del que ocupa hoy la provincia de Cantabria. Los cantabros eran un pueblo guerrero surgido de la fusión de los invasores celtas y la población autóctona. No eran un pueblo unificado, sino que estaba compuesto de varias tribus menores: Los Orgenomescos en la zona de la costa oeste, los Coniscos en la región de Santander, los Aurinos en la costa este, los Vadinenses limitando con los Astures, los Concanos en la región de Potes, los Tamaricos en la zona de Velilla de Guardo y varias tribus mas…. Sus costumbres y modos de vida serán muy austeros y primitivos, al estilo de los celtas de Tracia y Escitia según comparan los cronistas romanos. Una economía y modo de vida basado en la guerra, actuando como mercenarios o saqueado las tierras y cosechas de sus vecinos Vacceos, Turmódigos y Autrigones.
Los cantabros eran un pueblo famoso por sus cualidades guerreras ya que solían participar como mercenarios en muchos conflictos. Acompañaron como mercenarios a Aníbal y sus cartagineses en la Segunda Guerra Púnica dando muestra de una gran valía. En ese conflicto se hizo famoso el caudillo cantabro Laro por su corpulencia y por el número de enemigos que segó con su hacha de dos cabezas. También aparecieron durante el asedio de Numancia, intentando auxiliar a los sitiados. Nuevamente se les encontraría Julio Cesar durante la Guerra de las Galias, en la que los Cantabros participaron como auxiliares de los Aquitanos. Así pues Los Cantabros serían para los romanos “el pueblo más fiero de la Península” y todo un quebradero de cabeza a la hora de imponer la civilización y el orden en la Península. Cuando el emperador Augusto llegue al poder decidirá poner fin a las incursiones de saqueo de los Cantabros sobre tierras de pueblos ya sometidos a Roma. Además el hallazgo de minas de oro en la zona norte era una suculenta tentación para Roma, ya que las guerras civiles entre los sucesores de Cesar habían dejado las arcas vacías. Así pues Augusto decidió acabar con los saqueos Cantabros, apoderarse de las minas de oro y unificar toda la Península como parte del imperio unificado que estaba construyendo, además de aumentar su prestigio como general. Fruto de todo esto serán las Guerras Cantabras, del 29 al 19 a.C.
Así pues en el año 29 a. C., Statilio Tauro, legado de Augusto, emprende una campaña contra los pueblos vacceos, cantabros y astures, antiguos enemigos aliados frente a Roma, el enemigo común que les pretendía someter a todos. Peor la unión será más nominal que efectiva, la coordinación militar entre los tres pueblos será nula. El legado Statilio logró pacificar rápidamente a los Vacceos, una victoria que le hizo valedor de la celebración del triunfo. Sin embargo no consiguió derrotar a los Cantabros y Atures refugiados en sus “castros” o campamentos fortificados en las montañas y decidió levantar un campamento en Asturica, la actual Astorga, para las futuras campañas.
Durante el 28 a. C la guerra la continúa el legado Calvisio Sabino, una campaña de la que se desconocen los detalles, solo se sabe que el legado fue premiado con el triunfo. Durante el 27 a. C., será el legado Sexto Apuleyo el encargado de llevar las operaciones obteniendo también el triunfo. En el año 26 a C. Augusto se pone personalmente al mando de las operaciones con las legiones: I Augusta, II Augusta, IV Macedonica, V Alaudae, VI Victrix, IX Hispana, X Gemina y según algunos historiadores también estaría la Legión XX Valeria Victrix. En total unos 80.000 hombres entre legionarios y auxiliares.
Augusto estaba decidido a dar el golpe final, no obstante el terreno montañoso y la eficaz lucha de guerrillas de los cantabros no se lo ponía fácil. Augusto establecería su principal base de operaciones en Segisamo y Portus Blendius en la zona de Suances le serviría como base de abastecimiento costero. Durante el año 26 a. C. la guerra se dedica en exclusiva a acabar con los cantabros. El ejército romano se desplegó en tres columnas que avanzando por tierra abarcaban todo el territorio cantabro, según los cronistas romanos se dispondrían como para “una batida contra alimañas”, así mismo en la costa actuaba la flota romana que desembarco una legión para sorprender a los cantabros por la espalda, según algunos historiadores la legión que desembarcó fue la Legión IX Hispana. Acosados por las columnas romanas los cantabros se refugiaron en la ciudad de Bergida a la que Orosio llama Atica. Asediados por el legado Antistio los cantabros escaparon al castro fortificado del monte Vindio donde sufrieron un nuevo asedio hasta que el hambre mató a la mayoría de los defensores.
El resto de cantabros se refugio en Aracillum, durante los inicios de este asedio, el emperador Augusto, cansado de la larga guerra de guerrillas se marcho “enfermo” a Tarraco y dejo la campaña en manos de su experto legado, Cayo Antistio Vetus. Cercados por las columnas de Antistio y la columna que había desembarcado en la costa, los cantabros resistieron duramente a vida o muerte, pero tras el duro asedio los romanos consiguieron tomar Aracillum aunque a un elevado coste en vidas para el ejército atacante. No solo bajas causadas por los cantabros, sino por el crudo inverno y las plagas de ratas que acababan con los suministros romanos.
En este contexto surge Corocotta, como caudillo militar cantabro, de él poco se sabe, simplemente se conocen unas líneas que escribió sobre él el historiador romano Dión Casio, textualmente dice así: ”…Se irritó (Augusto) tanto al principio contra un tal Corocotta, bandolero español poderosísimo, que hizo pregonar una recompensa de 25.000 sestercios a quien lo apresase; pero más tarde, como se le presentase espontáneamente, no solo no le hizo ningún daño, sino que incluso le regaló aquella suma.” Podemos suponer que fue un caudillo importante, pues los romanos llamaban a los caudillos enemigos importantes, como Viriato y Vercingetórix “bandoleros”, para no reconocerles legitimidad o autoridad alguna. Laro fué´un guerrero cantabro de la antiguedad (siglo II adC) , que luchó como mercenario en el bando cartaginés durante la II guerra Púnica . Luchó en la guerra entre Cartago y Roma formando parte del contingente hispano contratado por Anibal. Su corpulencia y ferocidad lo hicieron destacar entre los mercenarios cantabros , que ya de por si destacaban en las filas hispanas por su fiereza . El poeta Silo Itálico se refiere al mismo en "El cantabro Laro , aun desprovisto de dardos , seguía siendo temible por la naturaleza de sus miembros y su gran corpulencia ". Otras citas del poeta hablan de su destreza con el hacha de 2 filos.

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