domingo, 17 de octubre de 2010

La victoria en Las Navas de Tolosa

Mucho se ha oído acerca de esta tremenda batalla , acaecida en el año 1212 , y en la cual unieron sus fuerzas el rey don Pedro II de Aragón y don Alfonso VIII de Castilla . Tanto un rey como el otro recibieron , al parecer , visitas misteriosas y tuvieron sueños proféticos que les anunciaban el triunfo seguro contra los musulmanes . Una de las historias más conocidas al respecto es la que se cuenta en Oviedo , en la que dos siniestras figuras aparecen en la oscuridad y hablan con voces de ultratumba . Se dice que los asturianos estaban enojados con el rey don Alfonso porque éste había visitado varias veces el sepulcro del Apóstol Santiago , pero nunca había tenido tiempo para acercarse a la iglesia del Salvador , donde todos los ovetenses veneran al Santísimo Cristo . Con cierta verosimilitud , un cronista de fama cuenta que el rey , en una de sus visitas a Santiago , oyó a un ciego que cantaba la siguiente copla : " El que visita a Santiago y no viene al Salvador , rinde tributo al criado y no saluda al Señor " . Al oír estas palabras , don Alfonso se percató de la injusticia con que trataba a los asturianos y no dejó pasar aquel año sin visitar al Santísimo Cristo . La tarde en que llegó la Corte a Oviedo (se puede asegurar) era la más tempestuosa e inclemente que conocieron los siglos . Un viento helado llegaba de las montañas , cargado de lluvia y agujas de hielo , y en la bóveda del cielo retemblaban los truenos y pálidos fulgores iluminaban las calles desiertas . Una fúnebre luz se esparcía por las esquinas y las plazas , pero don Alfonso estaba decidido a visitar al Santísimo y no quiso descansar sin pasar antes por la iglesia . Cuando hubo orado , se retiró a sus aposentos , cedidos cortésmente por el obispo . Cierto es que la tormenta lo inquietaba en extremo y no pudo dormir , y que toda la noche la pasó en vela , oyendo los truenos y espantandose ante los tétricos resplandores de los rayos. Puesto que el era el único en la casa que permanecíá despierto , él sólo  fue quien pudo oír unos aldabonazos . Desde luego , los golpes no sonaban en la casa , sino fuera y un tanto más allá .. Aguzando el oído , don Alfonso descubrió que dos figuras cubiertas con capas negras golpeaban en la puerta de la catedral . Atemorizado y espantado , creyéndose víctima de una rebelión urdida a sus espaldas , apagó la luz de su habitación y acechó en la ventana . Desde allí podía ver , con cierta claridad , las dos figuras corpulentas que sin cesar hacían sonar la aldaba de la Santa Iglesia . Al cabo , varios frailes y sacristanes corrieron por los pasillos del palacio episcopal y pasaron a la Catedral . Cuando llegaron a la puerta , apenas se atrevían a hablar : tanto era el temor que los antiguos tenían a las tempestades . -¿Quién es ? ¿ Quién llama a estas horas ? - preguntaron . Un terrible silencio atenazó a los clerigos , un silencio sólo roto por el caer de la lluvia y el siniestro ulular del viento . Al fin , una voz profunda , como venida de los sepulcros , dijo : !-Que venga el rey! . No es para contar la tembladera de rodillas de los sacristanes ni cómo se retorcían las manos de los frailes . Acaso uno se atrevió a mirar por una rendija y pudo ver a los dos embozados . El caso es que todos volvieron al palacio episcopal y despertaron al obispo . --!Dos hombres extraños hay a la puerta de la catedral , Su Ilustrísima . Y piden ver al rey . !--!¿Hemos de despertar al rey por esta nonada?!--refunfuñó el obispo-. Iré yo y veremos que quieren . Todo lo podía oír don Alfonso desde su alcoba y cuanto más oía , más convencido estaba de que una maquinación infame se tramaba contra él , y que si no andaba prevenido , allí mismo le asesinarían . El obispo se levantó y vestido con lo primero que tuvo a mano , pasó también a la catedral , seguido de capellanes , frailes y sacristanes . Cuando llegó  a la puerta , preguntó de mal talante :

--!¿ Quienes sois vosotros y que queréis a esta hora ?! . Trás un angustioso silencio , de nuevo pudo oírse la siniestra voz de uno de los embozados , que repitió con lúgubre acentos :- !Que venga el rey!-. No esperaba el obispo esta respuesta y menos aún esperaba oír la voz fantasmal que le contestó . "!Dios Santo!" , dijo para sí , "son los demonios o los espíritus que vienen a buscar a don Alfonso ". Volvieron todos con los faldones arremangados y dando grandes zancadas : unos dse persignaban y otros no querían quedarse los últimos . Al pasar frente al altar , se arrodillaron y se santiguaron con precipitación , cayendo unos sobre otros y se pisaron los tobillos y se golpearon los codos....pero al fin llegaron al palacio y se plantaron ante la habitación del rey . Ni siquiera el obispo tenía valor para anunciarle al monarca tan fantasmal visita . Pero al fin , llamó a la puerta . Cuál no sería su sorpresa , cuando vieron ante ellos a don Alfonso vestido de punta en blanco , con su espada ceñida a la cintura y la corona sobre sus sienes . ---!Quieren verme , y me verán !-- dijo . Y apartando a aquella caterva de clérigos , caminó por el corredor haciendo sonar sus espuelas con fuerza y decisión . Cruzó las naves de la catedral y se dirigió a la puerta . Ni siquiera se detuvo a interrogar a los visitantes : de un fuerte golpe , abrió las dos hojas de la entrada y un viento helado inundó el santo recinto . Allí estaban aquellas lúgubre figuras , bajo la lluvia . De sus gigantescas siluetas negras apenas podía distinguirse nada , sino dos espadas bruñidas que asomaban bajo los mantos y sus ojos que brillaban como los fuegos fatuos en las sepulturas . Cuando el rey se les plantó delante y desenvainó su espada , los dos extraños hincaron sus rodillas en señal de acatamiento y veneración . U no de ellos dijo : --"Rey y señor nuestro : mi nombre es Rodrigo Díaz de Vivar y quien me acompaña es el conde Fernán González .!"-- . Un escalofrío recorrió la espalda del monarca , pero pronto se recuperó de la impresión y contestó : ---!Falsarios! ! No pronuncieis los sagrados nombres de dos caballeros muertos hace muchos años !. --"Pronunciamos nuestros nombres y en ello no ofendemos a Dios . Sabed , rey Alfonso , que en tres días batallaréis contra los moros en las Navas de Tolosa . Mas no temáis , nosotros estaremos allí y los cristianos saldrán vencedores ".--.Y levantandose , se internaron en la oscuridad y desaparecieron de su vista . A ciencia cierta no se sabe si este aviso previno al rey en la batalla , y por supuesto , también se ignora si los dos extraños caballeros eran en verdad el Cid y el conde de Castilla . Lo que es seguro , y esto lo atestiguaron muchas gentes que estuvieron en las Navas de Tolosa , es que se vieron entre los ejércitos cristianos dos caballeros vestidos de negro que no quisieron decir sus nombres a nadie , y que pelearon con fiereza contra los sarracenos haciendo gran carnicería . Tampoco se supo nada de ellos después , porque nunca volvieron a aparecer y todos los creyeron muertos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Salutari, din Romania !

PRINCESAWAPA dijo...

GRACIAS POR COMENTAR EN MI BLOG SERES DE FANTASIAS!!!

BUEN BLOG!!

ahora estas en mis favoritos!!!

Un abrazo desde Chile.

Atte: PRINCESAWAPA.