jueves, 24 de junio de 2010

El peregrino de paso por Burgos

                                                                                                                                                                 
El peregrino se había extraviado . Quería entrar en Burgos antes de la anochecida , pero el sol caminó deprisa y las sombras ocultaron los senderos . Desde un otero podía ver las luces de la ciudad , mas no quiso ir a la aventura entre zarzas y ortigas , con riesgo de caer por barrancos y pedregales . Allí , al arrimo de una encina pasaría la noche , y a la mañana siguiente continuaría su camino hacia Santiago de Compostela . Tuvo suerte el romero y al poco llegó un pastor de ovejas merinas , con quien compartió el vino y el queso que aún llevaba en las albardas . Al calor del fuego , los recientes amigos conversaron apaciblemente : hablaba el pastor de su rebaño y si era tiempo de esquilar , o si el queso estaba bien curado , o si aquellos montes eran propios para el pastoreo . El peregrino narraba sus aventuras en Puente la Reina y en Logroño , y decía cuantos deseos tenía de visitar el Papamoscas de Burgos , Frómista , León , y llegar al fin a Santiago , para abrazar al apóstol . A pesar del vino y la amena conversación , el pastor se mostraba intranquilo , y de tanto en tanto , miraba a un lado y a otro , como buscando algo . Quiso saber el peregrino si tenía temores o había alguna cosa que le infundiera miedo . El buen hombre contestó que precisamente aquella noche no era buena para estar en el campo , porque era noche de Difuntos , y afirmaba , había oído hablar de apariciones y fantasmas en aquel lugar , cerca del monasterio de Fresdelval . El romero , que era tan supersticioso como su acompañante , quiso tranquilizarse y dijo : ---!Ea , amigo! Esos son cuentos de viejas : echemos un tanto de vino al gaznate y se curaran nuestros temores . Pero aún no había acabado de pronunciar esas palabras cuando los dos pudieron oír el sonido de un caballo cabalgando en los matorrales cercanos.......Giraron el rostro y pudieron ver la silueta de un caballero sobre su corcél : la luz de la luna se reflejaba en la armadura y aún se distinguía perfectamente la espada y la lanza . El pastor y el peregrino se agazaparon junto a la lumbre y observaron con terror que el brioso caballo se dirigía hacia ellos : era un imponente ejemplar , y los pálidos fulgores de la noche parecían envolver sus crines . Sin duda , caballo y caballero eran fantasmas : almas en pena que vagaban en la noche de Difuntos en aquel solitario paraje . Traía el jinete una espada , la más brillante y pulida que hubieran visto jamás. El misterioso espectro se detuvo ante ellos , mas no levantó la celada de su yelmo . De pronto , volvió grupas y espoleando a su cabalgadura remontó el collado y fue a situarse en lo alto de la loma . Allí estuvo un buen tiempo, como si estuviera observando la ciudad de Burgos . El pastor y el peregrino comprendieron , por los gestos del caballero , que una suerte de triste melancolía lo embargaba . Al poco , tiró de las riendas , y veloz como el viento se dirigió al otro extremo del otero , desde podía ver toda la extensión de Castilla . En ese lugar permaneció también , sin moverse y con el gesto sereno . De nuevo volvío atrás y quedóse mirando la ciudad de Burgos y sus inmediaciones . Mirando a un lado y a otro , todo le pareció conforme y comenzó a bajar por la cuesta de los Grillos , donde los dos hombres estaban sentados observando tan extraña conducta . Cuando el misterioso caballero pasó junto a ellos , se detuvo un instante, y sin descubrirse , les dijo : ---Recordad que yo , Rodrigo Díaz de Vivar , vigilo Burgos y Castilla .----. Los dos hombres quedaron aterrados cuando oyeron aquella voz sepulcral y apenas pudieron susurrar un lastimero "Sí Señor" o un "Dios nos ampare" . El caballero fue descendiendo el barranco hasta que todo volvió a quedar en silencio . El pastor y el peregrino apenas podían creer lo que habían visto y quedaron sumidos en el más terrible de los espantos . A la mañana siguiente , los dos amigos se despidieron . El pastor volvió a su pueblo y contó todo lo que habia pasado , asegurando que El Cid iba durante la noche de Difuntos a aquel lugar , para asegurarse de que Burgos aún estaba allí y de que Castilla continuaba siendo tan hermosa como siempre , y que el mismísimo Rodrigo Díaz de Vivar se lo había dicho así . El peregrino bajó a Burgos y contó la misma historia en los mesones y posadas de la ciudad : ----.......y cada noche de Difuntos , Ruy Díaz sube a aquel otero y vigila sus tierras de Castilla ; y vuelve otra vez al cortado para admirar su ciudad , Burgos , y así pasa toda la noche . Y si queréis comprobarlo , id y lo veréis .

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