La fecunda Historia de España está repleta de verdades a medias, mitos aceptados y leyendas con salvoconducto de realidad. En el libro Historia de España. De los primeros pobladores a los Reyes Católicos(Ed. Planeta), Federico Jiménez Losantos y César Vidal – el primero, preguntando; el segundo, a la respuesta – desmontan con sencillez y pedagogía muchos de estos falsos postulados. Ambos han decidido plasmar por escrito la retrospección semanal de España que abordan en la Cadena Cope desde septiembre de 2006. Este volumen termina con el reinado de los Reyes Católicos y se queda a las puertas de las edades Moderna y Contemporánea, tratadas en un segundo libro de próxima publicación.
LOS VASCOS SON UNA RAZA DIFERENTE
A riesgo de desilusionar a algunos, lo cierto es que los vascones eran tan iberos como los iberos de otras partes de España. En esa época, los vascones ocupaban lo que ahora es Navarra. Por lo que se refiere a las Provincias Vascongadas, en ellas no había vascones. Por el contrario, estaban ocupadas por várdulos, caristios, y autrigones, que eran cántabros. Resumiendo, que los vascones no eran de una raza diferente. A decir verdad, los autores clásicos describen a todos los habitantes de la península Ibérica dotados de unas características comunes [...].
Del mismo modo que nunca existió una nación vasca. Las provincias vascongadas llegaron a estar unidas, pero nunca entre sí, sino más bien como parte de la Corona de Castilla a la que prefirieron a la posibilidad de unirse a una Navarra en parte vascohablante [...].
LOS SUEVOS FUNDARON LA PRIMERA NACIÓN GALLEGA
A decir verdad, ni siquiera resulta innegable que se pueda hablar de un reino suevo. Cuando se produjo su entrada en el interior del Imperio Romano en el 409, habían dejado propiamente de ser suevos aunque, convencionalmente, los denominemos así. Su importancia era tan escasa que, de hecho, cuando en el 406 entraron por el Rin ni siquiera fueron detectados.
En el 419, estaban tan debilitados que sólo la intervención del ejército romano evitó su exterminio. En el 464, se sometieron a los visigodos. De 550 a 585, lograron una cierta autonomía e incluso llegaron a Oporto de manera efímera, pero esa etapa duró poco. En 585, los aniquiló Leovigildo.
Hablar en sí de una nación gallega es un verdadero despropósito por varias razones. La primera es que culturalmente lo que ahora conocemos como Galicia estuvo muy vinculado a Roma desde fechas muy antiguas. En el año 137 a. de C., Décimo Junio Bruto el Galaico alcanzó el Miño y en el 61 a. de C., Julio César desembarcaba en la Coruña (Brigantium). Ahí no había suevos ni nada parecido. Jurídicamente, el derecho gallego – muy primitivo – procede del derecho romano y no del germánico. Lingüísticamente, el gallego es una lengua romance derivada del latín y no de alguna otra lengua germánica. Por último, religiosamente, la Historia de Galicia está vinculada al catolicismo y no al arrianismo. Pretender, por lo tanto, identificar a Galicia con los suevos no pasa de ser un dislate.
CATALUÑA ES UNA NACIÓN
Desde su aparición a finales del siglo XIX, el nacionalismo catalán ha insistido en la existencia de una nación catalana y en la inexistencia de la nación española. Lo cierto, sin embargo, es que esa visión carece de base histórica y choca con lo que pensaban en el s. VII y VIII los que habitaban los territorios de lo que luego sería Cataluña.
En el año 801 d. de C. un ejército al mando de Ludovico Pío, rey de Aquitania, llegó hasta la ciudad de Barcelona. De esa manera se creó el condado de Barcelona. De forma harto significativa, en los documentos de Ludovico Pío se distinguía entre sus súbditos denominando a unos francos y a otros españoles. Eran precisamente españoles los que vivían en condados como los de Barcelona, Ausona, Ampurias o Urgel, que eran feudos del ducado de Septimania y, por lo tanto, del reino franco.
Así, en un precepto otorgado por Ludovico en abril del año 815 y destinado a la protección de los habitantes del condado de Barcelona y otros condados subalternos, se habla literalmente de los españoles Juan, Suintila, y un largo etc., y sobre todo, se dice algo enormemente interesante sobre los habitantes de lo que ahora denominamos Cataluña: muchos españoles no pudieron soportar el yugo de los infieles y las crueldades que éstos ejercen sobre los cristianos, han abandonado sus bienes en aquel país y han venido a buscar asilo en nuestra Septimania, o en aquella parte de España que nos obedece.
En el documento, como era de esperar, no aparece ni la palabra Cataluña – que tardaría varios siglos en surgir – ni el término catalanes, porque se trataba de ideas aún inexistentes. Sin embargo, si se hace referencia a que esa zona territorial formaba parte de España y que sus habitantes eran españoles.
EL CATALÁN Y EL VALENCIANO SON LA MISMA LENGUA
El Llibre del Repartiment señala que la mayoría de las tropas que participaron en la conquista de Valencia por parte de Jaime I no eran catalanas sino aragonesas; que entre ambas la población no aumentó ni siquiera un cinco por ciento; que muchos de los catalanes prefirieron no quedarse [...]. Difícilmente podrían haber llevado el catalán a Valencia.
Valencianos y catalanes estaban convencidos de que hablaban lenguas distintas. Martín de Viciana señala que los que llegaron con Jaime I no hablaban catalán, sino provenzal y que acabaron hablando valenciano. Joanot Martorell escribió que había escrito el Tirant lo Blanc en “valenciano vulgar”. Gregorio Genovar, en pleno siglo XVI, señaló que el Blanquerna, escrito en mallorquín, todavía no había sido traducido al valenciano. Por otro lado, hasta Pi i Margall o Josep Pla reconocieron que se trataba de lenguas diferentes.
JULIO CÉSAR GANÓ SU PRESTIGIO EN LAS GALIAS
El primer cargo importante de Julio César fue el de cuestor en la Hispania ulterior en el 69 a. de . J.C. De esa época debemos recordar dos hechos. El primero es que lloró en Cádiz ante el monumento erigido en honor de Alejandro al pensar que, a su edad, el macedonio había conquistado un imperio mientras que él (n. 100 a. de J.C.) no había realizado nada relevante. El segundo es que, gracias a su cargo en Hispania, consiguió el dinero para entrar en la gran política de Roma. Poca gente lo sabe, pero la carrera fulgurante de César comenzó a cimentarse en Hispania, a la que volvería, [...] por su deseo de controlar la península Ibérica y privar de ella a Pompeyo. De manera bien significativa, la última gran victoria sobre los partidarios de Pompeyo la obtendría César en España, con los hispanos ya incorporados a sus legiones. Se trató de la conseguida en la batalla de Munda (Córdoba) en el 45 a. de J.C., justo el año antes de su asesinato.
AL ANDALUS, CÉNIT DEL ISLAM
La idea de que Al-Andalus fue un lugar de pacífica convivencia entre las tres culturas es uno de los mitos más descabellados que se pueda imaginar. La realidad es que se trató de una sociedad ferozmente dividida y que esas divisiones incluso se extendieron a los propios musulmanes. La sociedad se dividía en dhimmíes – cristianos o mozárabes y judíos, sometidos a realizar el pago de la jizya, a llevar una ropa especial y a sufrir prohibiciones como las de montar a caballo o contraer matrimonio con una musulmana – y musulmanes, que, lejos de disfrutar de una armonía igualitaria, se hallaban trágicamente divididos entre la aristocracia árabe, los musulmanes del norte de África y los muladies o hijos de conversos españoles. Sólo los primeros disfrutaban de una sociedad que se sustentaba, en no escasa medida, en el saqueo y la esclavitud.
COLÓN DESCUBRIÓ AMÉRICA
El primer europeo en llegar a América fue el Protonauta. A él se refieren Bartlolomé de las Casas, Gonzalo Fernández de Oviedo y López de Gómara. Según el Inca Garcilaso, se llamaba Alonso Sánchez de Huelva. Los hechos debieron de ser, aproximadamente, de la manera siguiente: En el archipiélago de las Azores, lugar en el que recalaban todos los barcos de las expediciones patrocinadas por Portugal, Colón “casualmente” se topó con un extraño suceso: la aparición de un barco dado por perdido tiempo atrás, durante una tormenta, cuando realizaba el viaje de vuelta desde el área central africana. Los tripulantes del barco habrían sido arrastrados por la corriente del Golfo hasta las costas americanas, donde permanecieron durante cierto período de tiempo, tras el cual decidieron dar la vuelta a Portugal. La tripulación se vio mermada durante las dos travesías, llegando a Azores sólo un navegante, al que el profesor Manzano llamó Protonauta. Este individuo supuestamente narró a Colón los pormenores de su travesía, y acto seguido murió, con lo que Colón fue el depositario de una información vital
EL PRIMER PARLAMENTO FUE EL INGLÉS
El primer parlamento de la Historia de Europa no fue el inglés, sino el leonés de 1188 convocado por Alfonso IX. Se trató de una reunión extraordinaria de la Curia -un órgano de gobierno procedente de la tradición visigótica- en la que se incluyeron procuradores de las ciudades del reino y de algunas poblaciones importantes.
EL YUGO Y LAS FLECHAS SON UN SÍMBOLO FASCISTA
En realidad, surgió como divisa de los Reyes Católicos a propuesta de Antonio de Nebrija. Se trataba de una simbología de origen virgiliano ya que el yugo aparece en las Geórgicas y las flechas en la Eneida. Además permitía jugar con las iniciales de los reyes con la F de flechas y de Fernando y la Y de yugo e Ysable. El primero que pensó en reutilizarlo fue, aunque pueda resultar sorprendente, el socialista Fernando de los Ríos en 1924. Pronto fue seguido por otros. En 1927, Sánchez Mazas lo citó en uan conferencia en Santander [...]. Ya en 1933 lo escogió Primo de Rivera, por influencia de Sánchez Mazas, como referencia a las glorias pasadas.