Los primeros testimonios de la presencia del ser humano en el territorio de Barcelona corresponden al final de la época neolítica, unos dos mil años antes de Cristo.
Hacia el siglo VII aC llega gente, de raza céltica, que trajo la metalurgia, la incineración de los muertos y la cerámica con decoración geométrica.
En el gran llano que hoy forma Barcelona, rodeado de montañas por una banda y limitado por el mar, los primeros barceloneses sedentarios -la tribu ibérica de los Layetanos- levantan sus poblados encima de las colinas que se alzan entre la sierra de Collserola y el llano.
Desde las colinas, estos pobladores divisan una llanura poblada de árboles, el mar al fondo, y los ríos Llobregat y Besós a cada lado.
El poblado de Montjuïc llegó a ser el más importante gracias a un puerto natural que se extendía a su pie, en el lado oeste.
Los navegantes que llegaban para vender sus productos lo llamaban Bárkeno.
Más tarde, otros navegantes -los romanos-, llegan pero como fuerzas de ocupación. La Bárkeno ibérica se transforma en la Barcino romana, a los pies de Montjuïc. El núcleo de población crece pero pronto el espacio se hace pequeño. Es preciso buscar un emplazamiento más grande.
La nueva Barcino se alza en el Monte Táber (el actual barrio gótico), en el siglo I antes de nuestra Era.
El templo -aún se conservan algunas columnas - fue construido a inicios del siglo I, dedicado posiblemente a Augusto.
Del siglo II son los restos de dos acueductos relacionados probablemente con las termas.
La ciudad fue construida en la forma colonial, con el cruce del "decumanus" y del "cardo maximus", y el fórum en medio. La ciudad fue rodeada con una muralla con cuatro puertas en los extremos de las dos vías principales. Un conjunto de 74 torras protegen la ciudad.
En los alrededores de la ciudad, se extendían las casas agrícolas, y también los cementerios. Barcino era una pequeña ciudad de 12 hectáreas, con un perímetro de algo más de un quilómetro.
La prosperidad de la ciudad aumentó a partir del siglo II. Se calcula la población de esta época entre 3500 y 5000 habitantes.
A partir del siglo III de nuestra Era, tribus germánicas invaden el Imperio Romano. Barcino también es víctima. Durante esta época llegan las ideas del Cristianismo.
En el año 415, el rey visigodo Ataulfo, casado con Gala Placidia, se estableció en la ciudad que, durante unos cuantos meses fue la corte del reino visigodo, hasta el asesinato de Ataulfo. Los siglos posteriores, Barcelona experimentó un largo período de inestabilidad política.
En el siglo VIII, los árabes hacen irrupción en la Península, ocupan la ciudad y se quedan sin destruirla, durante casi 90 años.
En el 803, los francos la liberan de los árabes y colocan condes para que la gobiernen en su nombre. El más importante de ellos es Vilfredo el Velloso que inicia la Casa de Barcelona.
Los condes catalanes afirman la supremacía del condado de Barcelona. En el siglo XI, Ramon Berenguer I promulga los Usatges de Barcelona, primer texto legislativo catalán.
Las iglesias románicas, emplazadas dentro o fuera de la ciudad, constituyen el arte de este momento donde la escultura se fusiona con los elementos arquitectónicos, ofreciendo escenificaciones bíblicas o de otro tipo.
La ciudad iba creciendo y le venía estrecho el anillo de la muralla romana. Fuera de ella, surgían más casas donde la iglesia o monasterio constituía el centro del nuevo arrabal. Es el caso de la villa nueva del Mar, entorno del templo de Sta.María, cerca de la playa; la de S.Pedro de las Puelas o la del Pino. En el siglo XIII, Barcelona necesita una nueva muralla que defense estos nuevos arrabales. Jaime I se la da. Por la banda oeste, a los pies de la muralla ya había la Rambla, pero en aquellos momentos no era más que un barranco que recogía las aguas de otras rieras que bajaban de la montaña.
Además de la muralla, Jaime I da a Barcelona una asamblea de ciudadanos para gobernarla: el Consejo de Ciento, formado por cuatro consejeros que pertenecen a la gente poderosa de la ciudad y cien jurados elegidos entre los ciudadanos.
Este Consejo llegó a tener sede propia dentro de la Casa de la Ciudad o ayuntamiento.
La expansión comercial y militar hacia el resto del Mediterráneo hace aumentar el comercio y la riqueza de Barcelona y la convierte en una de las primeras potencias marítimas europeas.
Con el fin de regular las relaciones marítimas entre los diversos pueblos del Mediterráneo, se redacta el Código del Consulado de Mar.
A pesar del enorme tráfico marítimo, Barcelona no tiene un puerto donde acogerlo en condiciones. Así que se inicia su construcción. Por su parte, la muralla de la Rambla acaba al llegar al mar. A su lado hay las Atarazanas, grandes cubiertas donde se construyen y reparan las embarcaciones.
A comienzos del siglo XIV, la industria de Barcelona experimenta un crecimiento, siguiendo el ritmo de la actividad mercantil y marinera. Con el fin de cubrir las necesidades de trabajo, llegan muchos hombres y mujeres entendidos en su oficio. Barcelona se abre, ya en la Edad Media, a una población trabajadora venida de todas partes.
La Barcelona próspera de ricos burgueses y mercaderes inicia una época de construcción de importantes edificios civiles y religiosos góticos, con frecuencia encima de los antiguos románicos. Es el caso de la catedral de Sta.María del Mar, del Pino, y S.Justo y Pastor; o de la Lonja en el campo civil. Esta Barcelona era también la ciudad del rey, del obispo, del gobierno de la ciudad y del Principado. El monarca residía en el Palacio Real donde destaca el Salón del Tinell, lugar de celebraciones y de recepciones oficiales, y la Capilla de Sta.Ágeda. El obispo tiene la sede en el Palacio Episcopal; los diputados en la Casa de la Diputación del General y los consejeros en la Casa de la Ciudad.
En el lugar donde hoy hay la Plaza de S.Jaime, entonces estaba ocupado por una parroquia y otras edificaciones.
Mientras tanto, un nuevo barrio ha ido creciendo al otro lado de la Rambla: el Arrabal. Con el fin de protegerlo, se alza una nueva muralla, la tercera. Allí se levantan nuevas construcciones muy importantes para la ciudad, como es el caso del Hospital de la Sta.Cruz.
Los gremios y corporaciones configuran las calles de la Barcelona menestral. Muchos de ellos son quienes enriquecen las iglesias con sus bellas pinturas, esculturas y obras de orfebrería.
Pero Barcelona -como el resto de Cataluña y de la Península- también conoció momentos trágicos o conflictivos. A veces, mercadear se paga: En 1348 la peste negra llega al puerto de Barcelona y una serie de epidemias posteriores se llevan a un gran número de sus habitantes, así como de todo el país.
Por otra parte, y si no había bastante con la guerra civil entre los señores feudales y los campesinos de remença por todo el Principado, en Barcelona aparecen una serie de tensiones sociales entre los consejeros y representantes del pueblo que quieren acceder al gobierno municipal. El cargo de consejero estaba tradicionalmente monopolizado por unas pocas familias ricas, siempre las mismas, que se transmiten el poder municipal como si fuesen de su propiedad, hereditariamente.
Los barceloneses de origen y creencias hebreas habitan en su propio barrio cerca de la catedral: la Aljama. En el siglo XIV estalla una grave crisis económica. Los judíos hallan la muerte al ser considerados culpables de la situación.
Cuando la Corona de Aragón pasa a formar parte de la nueva monarquía hispánica, la aparición de los belicosos turcos y el descubrimiento de América, desplazan el centro del comercio y de la navegación hacia el Atlántico. Barcelona pierde buena parte de su actividad marinera.
En 1519, Carlos I, un rey de una nueva dinastía, los Austria, presiona a Barcelona para que construya la gran obra pública del siglo: la muralla de mar.
Catalunya cayó en la decadencia. Los reyes, a pesar de que habían jurado respetar los privilegios de la ciudad, vivían en Castilla y Barcelona ya no era la capital de la monarquía. El Palacio real estaba cerrado y en nombre del rey gobernaba la ciudad y el Principado un representante suyo, el virrey, que disponía de su propia casa: el Palacio del virrey.
A veces, las relaciones entre Cataluña y el poder central eran tensas. Sobre todo a raíz de la guerra que Felipe IV mantenía contra Francia. Ello supuso la contribución económica de los catalanes, el sostenimiento de las tropas y, por si no había bastante, los excesos de los mercenarios indisciplinados. El país se alzó en armas y el día de Corpus de 1640, bandas de segadores entran en Barcelona. Fue el Corpus de Sangre.
La guerra llamada de los segadores o de Secesión duró once años: a lo largo del conflicto, Barcelona es asediada repetidamente y, al final, derrotada. Como consecuencia, en Barcelona se establece una guarnición permanente del ejército real español.
La ciudad perdía los privilegios militares: las murallas y los baluartes, el castillo de Montjuïc y las atarazanas dejan de ser patrimonio exclusivo de los barceloneses. A pesar de todo, Barcelona sabe ganar el camino del comercio y de la industria.
Camino de progreso barrado por el estallido de una guerra que se inició comenzado el siglo XVIII: la de Sucesión. Se trataba de vivir bajo el reinado de Felipe V, de la dinastía de los borbones, que quería imponer una monarquía absolutista y centralista, o bajo el archiduque Carlos de Austria, que garantizaba las constituciones de Cataluña. La mayoría de los barceloneses y de los catalanes no se lo pensaron dos veces y dieron su apoyo al archiduque. Barcelona, asediada durante 13 meses, cayó el once de septiembre de 1714 y, con ella, las antiguas libertades de Cataluña. La ciudad pierde su Consejo de Ciento y la Universidad. Con el Decreto de Nueva Planta, se inicia un período de represión.
Los filipistas construyen una ciudadela militar donde los adversarios son encarcelados cuando no ejecutados. Esta ciudadela es emplazada donde antes había el barrio marinero de la Ribera. Su presencia tendrá mucho que ver con el nacimiento del nuevo barrio de la Barceloneta, iniciado en 1753. El arrabal comienza a urbanizarse y las fortificaciones y las murallas toman protagonismo. A partir de mediados del siglo XVIII se vive una gran recuperación, tanto económica como demográficamente. A lo largo del siglo se forman la Rambla y el Paseo de S.Juan, y se levantan grandes edificios. A finales de siglo, en Barcelona los mercados están llenos de productos, las manufacturas son considerables en todas partes y se dan signos de industria activa y desarrollada.
En 1812 Cataluña es invadida por Napoleón y anexionada a su Imperio. Barcelona pasa a ser capital de provincia y sus habitantes son oprimidos.
A pesar de ello, el progreso económico y demográfico no se para. En el año 1800, la ciudad tiene 100 mil habitantes.
En 1835, a consecuencia del clima anticlerical, una serie de conventos son reducidos a cenizas. También es incendiada la Fábrica Vapor Bonaplata, la más innovadora, porque los obreros sublevados estaban convencidos que los telares movidos por máquinas disminuían la producción del trabajo manual. Será más adelante cuando los trabajadores se organicen a través de sindicatos.
Un acontecimiento esencial en la modificación del paisaje urbano es el motivado por las dos desamortizaciones a partir de 1836, a consecuencia de la cual desaparecen un buen número de conventos, y por la supresión de los cementerios de las iglesias.
A nivel político, a lo largo del siglo liberales y conservadores se enfrentan por el poder. El 7 de diciembre de 1842, el general Espartero bombardea Barcelona. El motivo había sido las diferencias entre su política y los barceloneses republicanos que, entre otras cosas, querían unas Cortes constituyentes y el proteccionismo para la industria catalana.
En 1868 una revolución política de la mano del Gral.Prim derrocó la monarquía de Isabel II y en 1873 se proclama la I República. Dos de sus presidentes -Figueres y Pi i Margall- son catalanes. En este período, en Cataluña aparecen intentos federalistas. Pero la república cae un año después bajo el golpe de estado del general Pavía y, un borbón, Alfonso XII -hijo de Isabel II-, vuelve a reinar en España, a pesar de los republicanos.
Durante las primeras décadas del siglo XIX, Cataluña es la vanguardia en el Estado de la Revolución industrial. Barcelona crece, también las industrias en sus suburbios, y las antiguas murallas ya no son más que un estorbo: En 1854 son derruidas y la ciudad se expande. Por esta época también se abren nuevas calles, como las de Fernando, Jaime I y de la Princesa. Barcelona cuenta con 250 mil habitantes.
En 1860, Madrid aprueba el proyecto del Ensanche de Barcelona presentado por Ildefonso Cerdà. Una nueva ciudad racional se escampa hasta los municipios vecinos que, en 1897, serán agregados a la ciudad condal.
En 1868, aprovechando el proceso revolucionario, es derruida la Ciudadela, que pasa a ser un parque.
Mientras tanto, en las ciudades vecinas de Barcelona los industriales edifican las fábricas aprovechándose del bajo coste del terreno y de la existencia de pozos de agua.
Bajo la Renaixença, movimiento cultural que reivindica la identidad catalana y pone los fundamentos del catalanismo político, se crean instituciones como la Universidad, el Ateneo Barcelonés o la Academia de las Buenas Letras.
A finales de siglo, Barcelona está cambiando a un ritmo acelerado. El progreso urbanístico de 1870 a 1885 es considerable. En 1888, la ciudad está preparada para organizar una primera Exposición Universal, en el espacio donde se edificó la Ciudadela. Un gran parque con palacios y pabellones substituyen a las infames prisiones, conservando algunos edificios. En estos pabellones se exhiben los productos de la industria española y los progresos de la mecánica, de la técnica y de la ciencia de todo el mundo.
A finales de siglo, Barcelona es conocida por sus atentados como "la ciudad de las bombas". Entre los diversos atentados, el que tuvo lugar en el Liceo fue uno de los más graves.
A finales del XIX y comienzos del XX, aparecen dos nuevos movimientos socio-culturales: el Modernismo y el Noucentisme. El primero de ellos se expresa con fuerte originalidad y ha dejado a la ciudad uno de sus más representativos patrimonios artísticos.
El Modernismo asimila la tradición del gótico catalán integrando el hierro forjado, la cerámica, el vidrio y la madera. Esta corriente artística expresa las aspiraciones estéticas de la burguesía industrial.
La aparición del Modernismo coincide con la expansión económica y cultural de Barcelona que, en 1900, tiene 544 mil habitantes.
Por lo que se refiere al Noucentisme, es un retorno a la racionalidad y al clasicismo.
En julio de 1909, a causa de una fuerte recesión económica, agravada por la movilización militar de los jóvenes destinados a las colonias de Marruecos estalla una huelga general que deriva hacia un motín por algunos barrios de Barcelona. La ciudad padece incendios y saqueos. El ejército sofoca la revuelta y la represión posterior es muy severa. Es la Semana Trágica.
La instauración de la Mancomunidad de Cataluña en 1914 supone para el país y también para la ciudad la mejora de la oferta educativa y cultural.
En 1917 estalla una huelga general causada por el encarecimiento de la vida y el estancamiento de los salarios.
En 1929 se celebra la segunda Exposición Universal de Barcelona, en Montjuïc. La decisión de escoger esta montaña para celebrar el certamen significaba la urbanización de una extensa zona de Barcelona y la conquista de un espacio ligado a la opresión de la ciudad.
En Barcelona, que cuenta con un millón de habitantes, se inician obras de infraestructura muy importantes. Es el caso de la plaza de Cataluña. A finales de siglo comenzaron a expropiarse los terrenos, las casas, los cafés, los teatros y las barracas de feriantes que se habían ido construyendo en medio del espacio que se convertiría en plaza.
Su urbanización, que se inició en 1902, no se completó hasta 1929, convirtiéndose en zona de esparcimiento, de comunicaciones y de servicios, además de centro simbólico de la ciudad.
Entre 1920 y 1930 se alzaron 13 mil edificios y se realizaron importantes obras de pavimentación, cloacas y electrificación, además de la inauguración del metro.
Además de ser una ciudad textil, Barcelona se expansiona en la metalurgia y la química. Muchas empresas extranjeras comienzan a instalar delegaciones y fábricas.
Desde finales del siglo XIX hasta 1926 el puerto adquirió la estructura actual. A principios del siglo XX, el tráfico de mercaderías no llegaba a los 2 millones de toneladas, y entre 1907 y 1927 la cifra se mantuvo entorno a los 2 o 3 millones.
La huelga de tranvías de 1951 demuestra el malestar popular y es el inicio de las actuaciones en la calle contra el Régimen. Un año después se celebra en la ciudad el Congreso Eucarístico Internacional.
A partir de la segunda mitad de los años 50, Barcelona irá cambiando significativamente. Crecerá de manera caótica y especulativa. Se mejoran las comunicaciones pero a costa de sacrificar el paisaje urbano. Se dobla el número de habitantes y se urbaniza casi toda la superficie del término municipal. A pesar de ello, el Régimen practica un total absentismo inversor y una permanente presencia ideológica.
La década de los años 60 lo será de crecimiento y progreso. La fiebre por el utilitario invade las calles. Barcelona cuenta con un millón 600 mil habitantes.
Entre los años 1963 y 64 llegan a la provincia de Barcelona 274 mil inmigrantes. Aparecen grandes bolsas de pobreza.
También el barraquismo, ya que los precios de los pisos resultan excesivamente altos para los recién llegados.
La noche de Navidad de 1962 Barcelona se ve sorprendida por una gran nevada.
La vitalidad de Barcelona se ha manifestado en múltiples aspectos: uno de ellos es su consideración como ciudad de ferias y congresos. La estructura económica de la ciudad y su provincia es de nivel europeo.
Tendrán que pasar años hasta que el 3 de abril de 1979 los barceloneses eligen democráticamente a su alcalde, después de 40 años de falta de libertades. Una serie de mejoras y transformaciones urbanísticas van haciendo de Barcelona una nueva ciudad que, en 1981, tiene un millón 755 mil habitantes.
El 17 de octubre de 1987, en Lausana, se adjudica la candidatura de Barcelona para celebrar los Juegos Olímpicos de 1992. Un nuevo futuro empieza para la ciudad.
En el lugar donde existió un poblado llamado Bárkeno, cuna de Barcelona, ahora acogía las instalaciones de los Juegos. Barcelona se proyectaba al mundo.